Porque si cada vez que te cambias de ropa notas marcas en tu piel, mira todo lo que está ocurriendo en tu cuerpo:
Respiración inadecuada: La ropa ceñida al cuerpo entorpece la respiración abdominal, impidiendo que el músculo del diafragma libere todo el dióxido de carbono de los pulmones. En consecuencia, nuestras células no reciben el oxígeno necesario y caemos en riesgo de padecer envejecimiento prematuro.
La espalda se resiente: Cuando apostamos por camisas o corbatas demasiado apretadas, nuestros músculos y nervios en la espalda se ven afectados, lo que se desencadenan trastornos circulatorios, e incómodos escenarios de cefalea y molestias cervicales.
Acumulas toxinas: Una circulación deficiente, pone en jaque a tu sistema linfático, y la comprensión exagerada de ciertas prendas de vestir puede atentar contra el retorno venoso de tus extremidades inferiores, que al no recibir suficiente oxígeno y ser incapaces de evacuar las toxinas acumuladas, provoca una inminente e inevitable celulitis.
Provoca acidez estomacal: Por increíble que parezca, tus leggins apretados también afectan al sistema digestivo. Ante estos escenarios, el esfínter esofágico inferior, no puede trabajar adecuadamente, y en consecuencia, el ácido gástrico se regurgita hacia el esófago y la boca, provocando una sensación de quemazón o ardor realmente insoportable.
Problemas en las articulaciones: Evidentemente, una prenda de vestir demasiado ajustada al cuerpo, implica una carga extra de trabajo para nuestros músculos y articulaciones, una sobrecarga que puede terminar desencadenando lesiones y complicaciones severas. Lo mejor es alejarse de los excesos. Deja que tu cuerpo respire de vez en cuando.