El dolor aparece cuando se activan unas fibras nerviosas concretas (llamadas “Adelta” y “C”). Esa activación puede ser desencadenada por el mal funcionamiento de la musculatura y otras “partes blandas” (que es lo que sucede en los “síndromes inespecíficos”), o por algunas alteraciones estructurales que han demostrado poder ser una causa de dolor en ciertos casos. Al ser estimuladas, esas fibras nerviosas activan unas células (“neuronas”) de la médula espinal, que transmiten el dolor hacia el cerebro.
Las fibras nerviosas Adelta” y “C” o "sensibles a la capsaicina" son finas y muy numerosas. Nacen de los ganglios espinales, donde está su cuerpo celular, y se bifurcan en dos extremidades:
Su extremidad periférica se dirige
a través de la raíz nerviosa hacia los territorios
cuya sensibilidad recoge. En la espalda, por ejemplo, hay terminaciones
de esas fibras en los músculos, en la parte externa de
la envuelta fibrosa del disco, y en el
hueso que hay por debajo de la articulación
facetaria.