Los síntomas de esta problemática son generalmente aparición de inestabilidad, descoordinación, presencia de náuseas y vómitos, aceleración del pulso o pérdida de nitidez en la visión. Igualmente se produce un exceso de salivación, sudación fría y abundante, bostezos y somnolencia, y fatiga generalizada.
El responsable de todos estos síntomas es el cerebro, que no procesa bien las señales que le llegan del oído interno y de los ojos. El oído percibe los movimientos del cuerpo, pero las señales en el cerebro no coinciden con las de los ojos porque no son capaces de precisar lo que se mueve, por lo que surgen las complicaciones arriba indicadas.