Pero, cuidado, porque en ellas no solo nadamos las personas: también se mantienen a flote en sus aguas muchos microorganismos, algunos de ellos patógenos. Según apunta la Organización Mundial de la Salud (OMS), la principal fuente de virus y bacterias en los baños de agua dulce son las heces, procedentes de aguas contaminadas de las que se surte la piscina, de excrementos depositados accidentalmente por los usuarios y, cuando las instalaciones están al aire libre, de pájaros o roedores.