Si la Sociedad del Conocimiento es aquella de “la inteligencia interconectada”, deberá implementar mecanismos para potenciar en todos los sujetos procesos de aprendizaje, lo cual implica que esta sociedad debe ser de inclusión social, donde la innovación colectiva contribuya al mejoramiento de las condiciones de vida de los ciudadanos. Para esto es necesario que se integren y no sean excluidos.
La innovación social es un basamento central ya que significa “el desarrollo de nuevos procesos, prácticas, métodos o sistemas para llevar a cabo procesos tradicionales o tareas nuevas que se hacen con la participación de las comunidades y los beneficiarios” (La Iniciativa de la Comunicación, 2009). Por lo que la innovación por sí sola no es suficiente sino se involucra a los actores de su propio desarrollo, sino se fomenta el sentido de la participación y la cooperación ciudadana, ya que las decisiones tienen que ser tomadas en comunidad y tienen que ser de carácter social.
Para que la innovación social de sus frutos a largo plazo y pueda ser sostenible en el tiempo y aplicable a otros lugares, deberá tender al desarrollo permanente de las personas, de sus capacidades de imaginación y de expresión de sus ideas, así como al alfabetismo tecnológico de los sectores con menos posibilidades de acceso y de uso a los avances tecnológicos.
La innovación social tiene que necesariamente apoyarse en la constitución de redes que, como modalidades organizativas, se vinculen a la vida cotidiana de las personas, a sus relaciones de proximidad, vecindad, amistad y se constituyan en un medio para la participación social (García Dalmas, 2006:23).