Previene las alergias comunes, ya que la limpieza frecuente de sábanas, cortinas, fundas de cojines, etc, resulta imprescindible para eliminar las sustancias que desencadenan las reacciones alérgicas al polen y los ácaros del polvo.
Las esporas del moho pueden provocar brotes de asma y otras enfermedades respiratorias, sobre todo en los niños. Por eso se recomienda usar lejía para acabar con este enemigo, siempre que se combine con buenas prácticas de ventilación de los espacios cerrados.
Otra ventaja es su inocuidad para el medio ambiente: tras ser utilizada, se convierte en sal común. Una vez desechada en el sistema de alcantarillado, su vida media es de pocos minutos. De hecho, la Organización Mundial de la Salud recomienda el uso de lejía para la desinfección del agua de bebida en países del Tercer Mundo