Ciber-bullying o ciberacoso: el oscuro lado criminal de las redes sociales. [... - 7 views
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Vivimos en una sociedad virtual(4) o transparente(5)donde los hechos tienden a ser solapados por las vacuas impresiones y en los que un aspecto visionado de la realidad tiende a sustituir a la propia realidad tangente(6). Por eso, es habitual que una persona utilice Internet para dar una imagen distorsionada de otro que normalmente no alcanza a defenderse. Aprovechando el alcance de Internet el mobber trata de recopilar un cúmulo de sensaciones negativas contra él haciéndo parecer a su víctima como un ser mezquino apto para recibir violencia o cualquier tipo de odio(7). Si los mass media poseen un poder de manipular la realidad sobre el conjunto de la población, Internet ha heredado ese mismo poder informativo pero lo ha atomizado y focalizado a múltiples agentes que son, salvo el número IP, muy difíciles de ser controlados. La gente que observa una página web y que ve repetida una noticia tiende a configurar aquello que se le remacha constantemente como un dato irrefutable.
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Para determinadas prácticas fraudulentas el uso de Internet como instrumento delictivo es impagable, pues de cara a sus propósitos difamadores o denigradores de determinadas personas o colectivos potencia hasta extremos inimaginables(8) la intensidad y el alcance de su labor maledicente. Así, utilizando un cibercafé o una red pública (de una biblioteca, oficina, etc.) el IP(9)se convierte en un dato circunstancial y las posibilidades de actuación alevosa e irresponsable son amplísimas. De otro lado, el internauta que se esconde bajo un nick o apodo telemático puede desplegar impunemente todas sus potencialidades retorcidas amparadas bajo el título de «sana crítica», donde numerosos blogs de opinión acaban convirtiéndose en algo parecido a una competición de vilipendios de tal guisa que se asemeja a un ignominioso juicio público paralelo donde sin ninguna garantía para el afectado el oprobio continuo se convierte en una rutina.