En el pasado, los ultrasonidos permitían obtener imágenes bidimensionales con relativa nitidez, que aunque no arrojaban muchos detalles para los padres, sí constituía un recurso excelente para los especialistas médicos a la hora de establecer un diagnóstico acertado sobre la salud del bebé. Con el avance de la tecnología, no tardaron en llegar las ecografías 4D, capaces de ofrecer un mayor volumen de información a través de imágenes tridimensionales y en tiempo real sobre lo que está sucediendo en el interior del vientre materno.