La sobrecarga informativa es un fenómeno evidente en Internet que va aumentando con el tiempo. La red ha supuesto la democratización y la liberación total de contenidos en sentido multidireccional. Recuerdo cuando empecé como profesor de francés hace 24 años y los recursos que manejábamos que eran muy limitados: los materiales de audio eran tan sólo las cintas de cassette que nos proporcionaban los métodos de las editoriales, carecíamos de documentos auténticos. Si conocíamos a alguien que fuera a viajar a Francia, le pedíamos que nos trajera periódicos, libros, tebeos, que nos pudieran servir para las clases. En cuanto a la información y formación pedagógica, teníamos suscripciones a alguna revista prestigiosa como Le Français dans le Monde o la lectura de libros sobre aspectos didácticos. Con el boom de internet y de la web 2.0 el flujo de información ha crecido de forma exponencial. Si queremos trabajar una canción en clase, sólo tenemos que irnos a Youtube y con una simple búsqueda en Google tendremos la letra. Si necesitamos trabajar una noticia de actualidad, sólo hay que irse a las ediciones digitales de los grandes medios; al menos una vez a la semana hago escuchar a mis alumnos el boletín de noticias diario de Radio France International (www.rfi.fr). En la web encontramos cientos de recursos para nuestras clases hasta el punto de que muchas veces no sabemos cómo gestionar tanta información. En mi departamento, mi compañero y yo nos hemos limitado a dos o tres webs de recursos para el aula, siendo plenamente conscientes de que estamos desperdiciando otros sitios realmente valiosos, pero simplemente o no podemos gestionar toda esa información o no tenemos tiempo para ello o no queremos dedicarle más.
Pero no obstante, día a día tenemos que ir innovando. En ese sentido, Twitter, Delicious y Facebook se me han revelado como entornos privilegiados. Cuando descubrí Delicious (en un curso formativo del CEP) me pareció una gran idea disponer de una página de favoritos on-line en cualquier ordenador conectado, pero pronto me di cuenta del enorme potencial que encierra, ya que al guardar cualquier página interesante me indica al lado cuántos usuarios han guardado la misma página y quiénes son. Si yo guardo como favorita por ejemplo, una página sobre la pesca en agua dulce, y otra persona hace lo mismo es que es evidente que compartimos un interés común. Sólo tengo que irme al Delicious de ese usuario para buscar otros enlaces relacionados con ese tema, y él conmigo y todos con todos. En Facebook, aparte de las relaciones personales, contacté con una antigua compañera de facultad que creó el grupo Mis francófilos y otra, profesora de facultad, que tiene grupos creados sobre traducción. Allí vamos colgando recursos que vamos encontrando con la garantía de que están experimentados por compañeros que conocemos y que los trabajan en sus clases. Por último, en Twitter sigo a muchos usuarios que suministran recursos, pero no sabía cómo organizar eso en el timeline. Gracias a este curso he descubierto la gestión de las listas, lo que me ha supuesto todo un descubrimiento, y lo que es mejor, no tengo que seguir formalmente a los miembros de esas listas, lo que descarga mi timeline de ese exceso de información del que hablamos.
No tengo muy claro de momento el papel que los alumnos deben tener en Twitter. Cuando vimos el tema de la identidad digital, yo he intentado en todo momento desdoblar mi identidad privada de la profesional, pero es difícil gestionar cuentas separadas de Twitter o Facebook, Delicious; y soy cuidadoso con mi privacidad.

#54 Me ha gustado mucho tu artículo. Es una reflexión muy personal sobre cómo gestionas la información, pero estoy de acuerdo en que hay veces en que hay que cortar con todo y salir a pasear, como he hecho yo hoy por la mañana.