Educar en valores es como tallar un diamante. Para que
despliegue la plenitud de su esplendor debe ser tallado íntegra
y armónicamente. Dejar una de sus facetas sin tallar
le impedirá cualificarse con todos sus visos, belleza
y perfección como diamante. Una persona a quien no
se le proporcione una intencionada, adecuada y oportuna educación
en valores, no podrá realizarse a plenitud como humano.
(A. Ramos)