Rendimiento Indudable. El retorno de inversión debe estar garantizado a priori, lo cual es prácticamente indemostrable en ese estado embrionario del proyecto. Sin embargo, una solución o proyecto que no pueda aportar la cuasi-certeza de este ROI queda casi siempre en la papelera.
Rendimiento Inmediato. Aunque se cumpla lo anterior, ese rendimiento no debe dilatarse en el tiempo: no es el contexto para largas implantaciones, en las que no se atisba el final. Los objetivos deben ser perceptibles, cercanos y alcanzables. “Hechos, y no palabras”, podría ser el eslogan elegido para este momento.
Inversión Controlada. Los recursos destinados, financieros, humanos y de cualquier especie, deben estar tasados, definidos y bien delimitados. No se admitirán bajo ningún concepto nuevas “vías de agua” que desdibujen el marco de proyecto inicialmente trazado.
Inversión Subvencionada. Por último, y pese a tal vez cumplir las tres condiciones anteriores, las organizaciones no se lanzan a la adquisición de una solución TIC sin el alentador apoyo de las ayudas y subvenciones públicas. Parece que existe una última reticencia, muchas veces irracional, que debe ser vencida por medio de este tipo de ayudas.