En los últimos veinte años hemos sido testigos de una gran revolución tecnológica. Internet ha hecho posible que la humanidad se comunique a gran escala de forma distribuida, algo que nos está permitiendo modificar nuestras prácticas, valores y formas organizativas y que llega a poner en tela de juicio la arquitectura institucional actual. Esta revolución tecnológica supone un empoderamiento del individuo y de la sociedad. Ambos ámbitos, el individual y el de los colectivos en red -desde grupos sociales a empresas- están siendo fuentes de respuestas innovadoras a retos sociales haciendo uso de Internet.