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A diez años de su fusilamiento, seguimos batallando por los derechos que consecutivamente, durante todos los gobiernos liberales, nos quisieron arrebatar: el acceso a la educación pública, la igualdad de oportunidades, el salario digno y el valor de la tarea docente. O sea, por lo mismo que lucharon Stella Maldonado, Isauro Arancibia y Carlos Fuentealba.
La democracia tiene una deuda muy fuerte con mi familia. Y cuando gritamos Nunca Más, ese ruego aparece atravesado por la profunda urgencia de saber que nadie deberá pasar nuevamente por todo esto. Frente a semejante realidad, no queda otra que resistir en las calles, porque es nuestro futuro el que está en juego y sí, lo digo justo yo, la esposa de un hombre que no fue a dar la vida aquel 4 de abril de 2007, porque la daba en el aula, todos los días.
Quisiera que lo recuerden por la adoración de sus hijas y el orgullo de sus alumnos.
Y quisiera que haya justicia completa, por mi compañero, el amor de mi vida."