"...
Los chicos, entonces, además de leer en las redes, algunos leen el diario, cuentos o novelas. Lo cual implica tenerle paciencia al texto, pues las ideas o los nudos principales no están en las primeras cinco palabras, sino en la totalidad del contenido. Esa paciencia exige disponerse a la espera y a la pausa, de modo de darle tiempo al escritor o escritora para que desarrolle su idea, su relato. Y eso, en un contexto histórico de fugacidad e instantaneidad de las comunicaciones, donde hay un mandato de entretenimiento como condición sagrada, implica aburrirse.
......
Los discursos educativo-punitivistas tienen en la "cultura del esfuerzo" una de sus muletillas preferidas, señalando con su dedo cargado de mugre que los docentes hemos abandonado ciertas estrategias para dar lugar al facilismo y para aprobar en masa a todo el mundo. Lo cierto es que quienes queremos una escuela pública inclusiva y de calidad no queremos regalarles esas muletillas a los adultos iletrados que eructan sus posiciones excluyentes por televisión. La "cultura del esfuerzo" debe ser reformulada, enarbolando la bandera de la paciencia, la explicación, el llevar de la mano las mentes de los millones de pibes y pibas cuyas familias, por los motivos que fueren, confían en la escuela pública. ¿Cómo? Habilitando el aburrimiento como una certeza inevitable, pero atravesando ese aburrimiento de afecto, respeto y compromiso por los tiempos del alumno, sabiendo que dominan otros registros que no son útiles a la hora de comunicarse con desconocidos -el Estado, el trabajo-, y buscando habituarlos en esas herramientas. Desde ya, sin llegar al tedio, a la tortura de la clase expositiva o del dictado como única y paupérrima estrategia didáctica, pero sí dejando en claro, y acordando con los alumnos que aburrirse es parte de esforzarse para aprender, es parte de la escuela, es parte de un proceso de 14 años."
"Según informaron medios locales e internacionales, (1) el 23 de febrero la empresa a cargo de los derechos de Los Pitufos, denominada Estudio Peyos SA, intimó a la editorial Índice y a la escritora Silvana Pera, autora del libro Uy-siglo XX, a retirar todos los ejemplares en circulación, bajo la advertencia de recurrir a la Justicia en caso de no cumplir la exigencia. El representante de la firma, Juan Eduardo Vanrell, afirmó: "La primera medida es que los ejemplares salgan del mercado, luego vamos a evaluar la cantidad de libros vendidos y los daños que se le ocasionó a la empresa". Cabe señalar que los derechos que hoy administra esta compañía provienen originalmente del autor de los personajes de Los Pitufos, el dibujante Pierre Culliford, apodado Peyo, quien falleció hace 25 años."
"...
Una nota de Patricia Kolesnikov recupera un breve diálogo en una mesa, en la cual un señor explicaba por qué está mal decir presidenta. Las razones gramaticales del señor eran inapelables: "Presidente es como cantante. Aunque parece un sustantivo es otro tipo de palabra, un participio presente, o lo que quedó de los participios presentes del latín. Una palabra que señala a quien hace la acción: quien preside, quien canta. Justamente, no tiene género. ¿Vas a decir la cantanta?" Kolesnikov cuenta que hubo un momento de duda en la mesa, hasta que la escritora Claudia Piñeiro, con sabiduría de pez que conoce el agua, respondió: "¿Y sirvienta tampoco decís? ¿O presidenta no pero sirvienta sí?"
Anécdotas como esta nos recuerdan que la lengua es maleable y que apoyar o rechazar un uso disruptivo, que tiene por objeto reclamar derechos larga e injustamente negados, es una decisión política, no lingüística. Que si se busca un mundo más igualitario, la lengua no es una clave mágica para conseguirlo, pero tampoco se lo puede negar como espacio de disputa. Y que mientras las estadísticas de femicidios crecen y el sueldo promedio de las trabajadoras permanece por debajo del de ellos, conviene no indignarse si alguien mancilla un poquitito las blancas paredes del lenguaje. "