En los últimos años,
se ha presenciado una verdadera revolución en la organización económica y
social de las naciones, en las características del empleo, en la utilización
del tiempo libre de las personas y en el contenido de las expresiones
culturales, promovida por las tecnologías de información y de comunicación
(TIC).
Para muchos, las TIC se
asocian a escenarios optimistas, donde el mayor acceso a la información
conduciría a sociedades y relaciones abiertas y democráticas. La aplicación
de las TIC a la telemedicina, el aprendizaje a distancia, las bibliotecas
digitales, entre otras, puede mejorar los niveles de salud, educación y
capacitación de los países en desarrollo. Los servicios de red pueden
contribuir a la transparencia de las decisiones y acciones de las instituciones
del Estado y las del mercado. Para otros, las nuevas tendencias tienden a
reafirmar la dinámica de iniquidad y exclusión social.
La "brecha
digital" entre los países industrializados y los países en desarrollo es
aún más amplia que la brecha que los separa en términos de otros indicadores
de productividad y bienestar socioeconómico. Lo mismo ocurre al interior de
cada país, entre sectores de altos y bajos ingresos. América Latina y el
Caribe tiene 8% de la población mundial, pero sólo tiene 3.5% de los usuarios
de la red Internet y menos del 1% del comercio electrónico global. Sin embargo,
en 1999, las computadoras huéspedes de Internet aumentaron más rápido que en
cualquier región del mundo y el número de usuarios se multiplicó 14 veces
entre 1995 y 1999.