Según Eliade, la tarea
del fenomenólogo consiste en comprender y exponer el valor religioso contenido
en los diferentes modelos en los que aparece lo sagrado, en cuanto opuestos a
los de lo profano, por medio de símbolos y mitos. El modelo de conducta
religiosa se revela ella misma como la imitación
de los actos y modelos creativos de lo divino. Estas estructuras de conocimiento
están histórica y culturalmente condicionadas. De ahí que su fenomenología
pueda ser considerada genética o histórica.