Para Beuys
«todo conocimiento humano procede del arte»
[7],
toda capacidad procede de la capacidad artística del ser humano, es decir, de
ser activo creativamente. «El concepto de ciencia es sólo una ramificación de lo
creativo en general»
[8].
Por esa
razón —sostiene Beuys— hay que fomentar una educación artística para el ser
humano, pero no como una materia relegada al mero ámbito de las manualidades,
sino emplazada estratégicamente en el centro del currículum académico, como el
medio más eficaz en la reproducción de la inteligencia técnica y el desarrollo
de nuevas miradas sobre las cosas, un campo para el ejercicio crítico de la
configuración espacial. De acuerdo a estas convicciones sólo se puede preparar
adecuadamente a los futuros ciudadanos mediante este tipo de entrenamiento
—inspirado por un concepto de estética ampliado— en competencias necesarias para
la solución de las tareas políticas del futuro —urbanísticas, energéticas y
sociales—, imbricando en su quehacer todos los medios de expresión humanos.