Le vemos con la expresión vaga y un poco distraída del hombre que se recrea contemplando el fértil panorama de su vida interior. Su vestir, pulcro y severo, corresponde fielmente al empaque señorial de sus modales apacibles y decorosos. Una cabeza de cabellos rubios y lacios. Tez blanca. Fisonomía un poco vulgar, de facciones breves en las que campea el ingenuo mirar de ojos azules. Miembros recios y bien proporcionados. Estatura más que mediana. Complexión robusta, y por complemento, conversar halagüeño, aunque algo tardo, como quien busca y no halla la justa expresión para sus pensamientos. Tal era el hombre
Estudio preliminar de las poesías de Juan Meléndez Valdés - Biblioteca Virtua... - 0 views
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El poeta joven se pasea despreocupado por la estudiantil Salamanca con sus versos a Baco y a Cupido. Con la fuerza de la sangre no piensa sino en la diversión, en evadirse de una realidad que no cuenta demasiado porque no existe más que su propia realidad. Profesor, le vemos tornar sus ojos al mundo clásico, donde los sueños bucólicos se armonizan, y mirar al interior de su pensamiento acompañado de sus lecturas.
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Vista así la poesía de Meléndez Valdés, al margen los problemas formales, asistimos al desvelarse de una conciencia. Es pura autobiografía del corazón y de la mente, una personalidad y una época que se proyectan en unos versos con todo su latido. No es válido quedarse en el poeta joven de las anacreónticas, tentación frecuente, quizá porque su estética se aproxima en algo a la nuestra; importa más el poeta maduro en el que se manifiesta la razón de ser de un tiempo. El mismo lo advirtió tempranamente en su Prólogo de Nimes:
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