El herpes zóster es una reactivación del virus varicela-zóster, es decir, es el mismo virus que provoca la varicela, acantonado en los nervios periféricos. Se manifiesta principalmente en la piel en forma de ampollas.
La patología se transmite sobre todo por vía aérea, pero “puede permanecer en la saliva y en la sangre después de padecer herpes zóster, por lo que la exposición a estos fluidos constituye una vía de transmisión adicional a considerar”, asegura la Sociedad Española del Dolor (SEDolor).