En el proceso de enseñanza-aprendizaje, la interfaz es el puente de comunicación entre lo que se quiere enseñar y el estudiante, ya que es la puerta de entrada y la estructura donde se apoya el contenido del curso (Schwier y Misanchuck, 1993). La interfaz debe diseñarse teniendo al usuario en mente (Graham, 1993), por lo que debe tener características que inviten y motiven al educando a ir avanzando en la construcción del conocimiento (Schwier y Misanchuck, 1993; Graham, 1993), así como la capacidad de comunicar estabilidad y claridad a través del contenido que éste va descubriendo poco a poco (Lynch, 1996). No importa qué tan complicada pueda llegar a ser la estructura interna del curso, el educando debe percibirlo claro, ordenado y con objetivos concretos. La falta de las características anteriores produce ansiedad en el estudiante y, por consecuencia, un bajo aprovechamiento del material (Lynch, 1996).