4. La falsa oposición
entre herencia
y ambiente, entre genes y libertad humana
El sentido
común induce a pensar que
ciertas cualidades como la estatura, una constitución
atlética,
el talento musical, la inteligencia, etc. son en gran parte
hereditarias.
Pero lo cierto es que, a mediados de los 90, esos rasgos no han sido
todavía
suficientemente estudiados como para encontrar una respuesta
convincente
a su carácter hereditario (Plomin: 8-9). Lo que sí
sabemos
es que ciertas intervenciones educativas, ambientales y sociales son
importantes
y eficaces para fomentar el desarrollo de estas cualidades, siempre que
existan unas aptitudes iniciales mínimas. Ante la dificultad de
observar los caracteres responsables de la transmisión de los
rasgos
hereditarios, el conductismo negó cualquier papel a lo
hereditario
en la explicación de las diferencias de comportamiento. Centraba
su atención en los estímulos ambientales que modifican la
conducta, más fácilmente observable. El programa
conductista
pretendía explicar la conducta de hombres y animales como efecto
del entrenamiento estímulo, respuesta, refuerzo y algunos
condicionamientos
básicos que se inician prácticamente con el nacimiento;
de
ellos hacen depender la configuración de características
individuales como el talento, el temperamento, la constitución
mental
y otras (Watson 1925; Skinner 1963).