«¿Era eso la oportunidad y la esperanza que mencionaste, Jacob?», preguntó con voz quebrada. «Lo es». «Yo., yo casi estoy pensando que mejor no», dijo Scrooge. «Sin esas visitas», dijo el fantasma, «no tendrás esperanza de evitar un destino como el mío. Elprimero vendrá mañana, cuando las campanas den la una». «¿No podrían venir los tres y acabar de una vez, Jacob?», insinuó Scrooge. Ralph Lauren Manga Larga «Espera al segundo a la noche siguiente a la misma hora. El tercero, a la siguiente noche,cuando se extinga la vibración de la última campanada de las doce. No volverás a verme y, por lacuenta que te sigue, ¡recuerda todo lo que ha sucedido entre nosotros!» Tras pronunciar estas palabras, el espectro recogió el pañuelo de encima de la mesa y se lovolvió a enrollar bajo la mandíbula, tal como lo tenía antes. Scrooge supo que así lo había hechopor el sonido de los dientes al chocar cuando el vendaje volvió a juntar las mandíbulas. Se atrevióa levantar la mirada otra vez y se encontró con el visitante sobrenatural encarándole en actituderguida, con la cadena enroscada al brazo. La aparición se ajejó retrocediendo y a cada paso que daba la ventana se iba abriendo poco apoco, de manera que al llegar el espectro estaba abierta de par en par. Le hizo señas a Scroogepara que se aproximase y éste así lo hizo. Zapatos Ralph Lauren Cuando estaba a dos pasos de distancia, el fantasma deMarley levantó la mano para advertirle que no siguiera acercándose. Scrooge se detuvo. Se detuvomás por miedo y sorpresa que por obediencia: nada más levantar la mano comenzaron a oírseextraños ruidos; sonidos incoherentes de lamentación y pesar; quejidos de indeciblearrepentimiento y compunción. El espectro, tras escuchar por un momento, se unió al macabrogorigori y salió flotando hacia la negra y siniestra noche. Scrooge continuó hasta la ventana con desesperada curiosidad. Se asomó. Por el aire se movían sin descanso, de un lado a otro, numerosísimos fantasmas que gemían alpasar. Ciudad Ralph Lauren Todos llevaban cadenas como las del fantasma de Marley; unos cuantos (tal vez gobiernosculpables) iban encadenados en grupo; ninguno estaba libre de cadenas. Scrooge había conocidoen vida a muchos de ellos. Había tenido bastante relación con un viejo fantasma que llevaba unchaleco blanco y una monstruosa caja de caudales atada al tobillo, que lloraba compungidoporque le era imposible auxiliar a una desdichada mujer con un hijito, a la que estaba viendo alláabajo apoyada en el quicio de la puerta. Claramente se percibía que el tormento de todos ellosconsistía en que deseaban intervenir, para bien, en situaciones humanas, pero habían perdidopara siempre la capacidad de hacerlo. Scrooge no sabría decir si aquellas criaturas se disolvieron en la niebla o si la niebla les ocultó,pero ellos y sus voces espectrales desaparecieron a la vez. La noche volvió a ser como cuando élllegó a su casa.
«Espera al segundo a la noche siguiente a la misma hora. El tercero, a la siguiente noche,cuando se extinga la vibración de la última campanada de las doce. No volverás a verme y, por lacuenta que te sigue, ¡recuerda todo lo que ha sucedido entre nosotros!» Tras pronunciar estas palabras, el espectro recogió el pañuelo de encima de la mesa y se lovolvió a enrollar bajo la mandíbula, tal como lo tenía antes. Scrooge supo que así lo había hechopor el sonido de los dientes al chocar cuando el vendaje volvió a juntar las mandíbulas. Se atrevióa levantar la mirada otra vez y se encontró con el visitante sobrenatural encarándole en actituderguida, con la cadena enroscada al brazo. La aparición se ajejó retrocediendo y a cada paso que daba la ventana se iba abriendo poco apoco, de manera que al llegar el espectro estaba abierta de par en par. Le hizo señas a Scroogepara que se aproximase y éste así lo hizo. Zapatos Ralph Lauren Cuando estaba a dos pasos de distancia, el fantasma deMarley levantó la mano para advertirle que no siguiera acercándose. Scrooge se detuvo. Se detuvomás por miedo y sorpresa que por obediencia: nada más levantar la mano comenzaron a oírseextraños ruidos; sonidos incoherentes de lamentación y pesar; quejidos de indeciblearrepentimiento y compunción. El espectro, tras escuchar por un momento, se unió al macabrogorigori y salió flotando hacia la negra y siniestra noche. Scrooge continuó hasta la ventana con desesperada curiosidad. Se asomó. Por el aire se movían sin descanso, de un lado a otro, numerosísimos fantasmas que gemían alpasar. Ciudad Ralph Lauren
Todos llevaban cadenas como las del fantasma de Marley; unos cuantos (tal vez gobiernosculpables) iban encadenados en grupo; ninguno estaba libre de cadenas. Scrooge había conocidoen vida a muchos de ellos. Había tenido bastante relación con un viejo fantasma que llevaba unchaleco blanco y una monstruosa caja de caudales atada al tobillo, que lloraba compungidoporque le era imposible auxiliar a una desdichada mujer con un hijito, a la que estaba viendo alláabajo apoyada en el quicio de la puerta. Claramente se percibía que el tormento de todos ellosconsistía en que deseaban intervenir, para bien, en situaciones humanas, pero habían perdidopara siempre la capacidad de hacerlo. Scrooge no sabría decir si aquellas criaturas se disolvieron en la niebla o si la niebla les ocultó,pero ellos y sus voces espectrales desaparecieron a la vez. La noche volvió a ser como cuando élllegó a su casa.
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