El mejor tratamiento debería ser la prevención
de este tipo de problemas. En los grandes sistemas
corporativos o universitarios no resulta difícil
establecer mecanismos del tiempo de conexión de los
diferentes usuarios, por lo que consideramos factible el realizar
intervenciones precoces ante aquellos usuarios que realizan las
conexiones más largas y frecuentes. No obstante
deberá establecerse claramente en que condiciones se
produce la conexión y las necesidades reales del usuario,
por lo que recomendamos una actitud de
exquisita prudencia.
En el medio personal y familiar debe confiarse en la propia
sensatez de los usuarios, sin embargo pueden ser de ayuda los
programas que monitorizan la conexión y que permiten
programar alarmas cada cierto tiempo. También
resultaría de gran interés un programa que se
dedicara a controlar la duración de las sesiones,
informando periódicamente al usuario y que, eventualmente,
pudiera incluso interrumpir la conexión.
Los sujetos más proclives a sufrir problemas de este
tipo son, una vez más, aquellos que ya presentan
déficits específicos en sus habilidades de
relación y comunicación. Por este motivo no debemos
perder de vista el hecho de que muchos hipotéticos adictos
no lo son más que de forma sintomática ya que su
conducta en la
Red rápidamente se normalizaría en el caso de
mejorar las dificultades que parece estar soslayando el
ciberespacio. De este modo los adictos al IRC o al e-mail, pueden
mejorar súbitamente en el momento en que sus necesidades
de comunicación en la vida real aumenten o bien cedan las
circunstancias que las restringen.