La epigenética explica lo que la genética no puede responder. Por eso dos hermanas con una misma mutación desarrollan tumores a edades distintas y por eso los animales clonados son diferentes a los originales a pesar de tener la misma frecuencia de ADN. Existen otros factores que influyen en ese ADN, y aquí es donde entra en juego la epigenética. El tabaco, la radiación, las dietas... Todos nuestros hábitos ayudan a modificar la epigenética. Esteller nos ofrece algunos ejemplos: “Si tomamos en nuestra alimentación poca molécula del donante universal de los grupos metilos, nuestro genoma estará hipometilado, y eso no es bueno porque necesita un nivel de metilación adecuado. Igualmente pasa con el tabaco, que causa mutación en nuestro ADN y metilaciones aberrantes. El ADN de los niños afectados por la catástrofe de Chernóbil también desveló unas elevadas alteraciones de metilación de ADN provocadas por una dosis masiva de radiación”.