Cada vez hay más estudios que demuestran, tanto en humanos como en animales de experimentación, que los parabenes pueden imitar en el cuerpo el efecto de los estrógenos, presentando una actividad antagónica de los andrógenos (hormona masculina) con efecto inhibidor de la acción de la testosterona y poseen actividad tóxica para los genes. La profesora Darbre advierte que los efectos estrogénicos de los parabenes se suman al efecto de otros estrógenos ambientales, como los bisfenoles A y los estrógenos que pueden llegar al cuerpo humano a través de la dieta, vía insecticidas que también imitan en el cuerpo el efecto de éstos.